Es confortable sentir el aire de cara y el regreso a donde deseas estar pero sin todo lo que te sobraba antes.
Adoro la distancia de observar y la visceralidad de vivir la vida, pero ambas son difíciles de combinar y más aun de compatibilizar con las directrices independientes de la razón, el sentir y el deseo, esos grandes gobernantes de la vida, de mi vida.
Pero si el aire en la cara me da paz, es porque siento el equilibrio del mundo natural, y si el regreso a donde deseo estar me desahoga, es porque me he despedido del ruido y entumecimiento humano.