Fue Vincent quién me condujo a expresar una reflexión de esta manera: ¡Suicídate un poco!. He procurado practicarlo siempre que lo creía necesario, pero un día, dejé de hacerlo.
Fue un chispeante el que me hizo reflexionar sobre no tener miedos y la necesidad de poseerlos; y los encontré y reencontré.
Ya no tengo miedo de volver a sucidarme un poco, y eso hago. Destruyo parte de lo que deseaba terminar y algo de lo que me melancoliza y amo, pero en todo lo malo hay cosas buenas y viceversa; hay que saber elegir... apostar...
Muero un poco para mi, para los demás, para la vida, muero.
Resucito a la vida y dentro de mí, para los demás, y vivo.