viernes, 14 de noviembre de 2008

CABELLOS DE PLATA



En vida, sus cabellos eran largos, sedosos y brillantes como la plata.

Cada noche la Luna lo contemplaba, adoraba su buen corazón y sus hermosos cabellos de plata. Él no era feliz y al ver lo a menudo que el plateado astro lo visitaba, tan luminoso, poderoso... se decidió a hacerle una petición, le solicitó que por favor le procurara una feliz compañía para toda la vida. Pero pasaron los años y los años y la Luna nunca volvió a aparecer, desapareció el astro y sus esperanzas. Finalmente, le mató la infelicidad.

Antes de morir, Cabellos de Plata pensó que algún error de la naturaleza había mantenido durante largos años oculta a la Luna, por eso, siempre era luna nueva. Con este consuelo el infeliz Cabellos de Plata se fue a la tumba.

Pero antes de desfallecer aún tuvo fuerzas para solicitar del fabuloso astro un último deseo: - Procura que descanse en paz, ya es lo único que puedo pedir.

Lo que Cabellos de Plata no sabía es que la Luna había permanecido recluida y desolada tras un viejo planeta. Ella se apenaba sin consuelo porque Cabellos de Plata no se había conformado con su compañía, sino que le pidió el calor de otra acompañante para siempre.

La Luna, al ver que Cabellos de Plata no había perdido su buen corazón y en el lecho de su muerte aún disculpaba su propia dejadez, entristeció enormemente y se arrepintió de lo ocurrido.

En la primera luna llena tras su muerte, Cabellos de Plata fue despertado de la tumba por una poderosa luz. Era la Luna que lo llamaba para disculparse por su insensatez; así que ella le prometió vigilar su espíritu y sus hermosos cabellos para siempre, no se ocultaría nunca jamás.

Pero Cabellos de Plata se sentía triste, había muerto de infelicidad y ahora ya casi putrefacto no podía disfrutar del único ente que le había amado. Como consecuencia Cabellos de Plata no pudo descansar en paz, se fue deshaciendo con la tristeza día a día. Al cabo de unos años, sólo quedó de él polvo y algunos de sus preciosos cabellos plateados.

Ilustración: Negrx.